sábado, 2 de junio de 2012





Una total identificación.

Cuando apareció esa referencia por primera vez,
la adopté inmediatamente.
Fué uno de esos momentos en que uno sabe que ha encontrado algo que va a  perdurar.

Por eso,
guardo un enorme respeto po las pinturas de ésta serie.
No sólo por esta serie en sí, sino por las circunstancias en las que las hice,
con absoluta concentración,
con absoluta entrega,
como si no hubiese tenido ninguno de esos filtros que uno siente cuando trabaja.

Seguramente empecé algunas series con gran entusiasmo,
generalmente empiezo algo nuevo  con mucha entrega y una enorme convicción.
Sin ningún tipo de correción,
sin dudas de ningún tipo,
sin revisión siquiera.

Pasan los años.
Y la reacción es otra.

No lo puedo evitar.
Sólo veo aquello que me molestaba en el momento en que los pinté.
Veo esa mancha que estaba mal en ese momento y sigue estando mal ahora.

Es sorprendente que eso suceda pero lo que me dolió en ese momento,
me sigue doliendo,
lo que no quería ver en ese momento,
tampoco quiero verlo ahora.

Pero aún hoy sigue apareciendo  como una experiencia viva.
No tengo el impulso de volver a ver mi obra,
quizás,
por esa imposibilidad de verla como una totalidad cerrada.

Vuelvo a sangrar por las mismas heridas.
En definitiva,
es como volver a pintarlas.

No veo los hechos consumados,
sino los hechos sin consumar.